De nuevo una catástrofe ambiental acecha nuestras costas. Galicia, asomada en primera línea frente al Atlántico, vive en su litoral un desastre ecológico y, por ende, en sus playas. Un vertido masivo de micro plásticos, tipo pellets, “colonizan” su línea costera- además de ser ingeridos por especies marinas -y por efecto de las corrientes las comunidades cantábricas situadas hacia el oriente sufrirán los mismos efectos devastadores.

El pasado día 8 de diciembre, el buque Toconao perdió en Portugal, frente a la costa de Viana do Castelo, más de 26.000 kilos de pellets. Las primeras “bolitas blancas” se detectaron el día 13 de diciembre y en menos de un mes ya se han extendido por nuestra costa.

Las playas de nuestro litoral aparecen sembradas, en su superficie, de bolitas de plástico (pellets) que muchos voluntarios están recogiendo con sus propias manos, labor muy tediosa y poco efectiva en este caso.

Para conocer el alcance y el riesgo de este desastre ambiental será preciso conocer en primer lugar de que material, en concreto, están hechos los pellets que cientos de voluntarios se afanan por retirar con sus manos, así como si desprenden o no sustancias químicas ya que ningún microplástico es inerte.

Solo el hecho de que floten en el agua de mar es probable que se trate de polietileno (PE) o polipropileno (PP), ya que ambos compuestos tienen una densidad inferior a la del agua de mar.

A día de hoy disponemos, en el mercado, de la tecnología con la que se podría retirar, de forma mucho más rápida y eficiente, un gran volumen de este vertido ya que tenemos a nuestra disposición en la mayoría de los arenales de maquinaria limpia playas tecnológicamente avanzadas y mayoritariamente probadas.

En todas las imágenes que se nos muestran se observa que el tamaño de los pellets es superior al de la arena, estas bolitas de plástico suelen fabricarse con un diámetro de unos 4 milímetros, con lo que podríamos disponer de la maquinaria necesaria a trabajar enseguida, solo necesitamos poner un filtro de criba de pequeño tamaño y una velocidad de criba adecuada.

Será una labor tediosa, por supuesto; no sabemos si las máquinas tendrán que filtrar la arena una, dos o quince veces, pero sí sabemos que podrán recoger masivamente estas partículas de plástico. En esta ocasión no sería necesario profundizar el cribado ya que su disposición es superficial llegando a un máximo de 3 centímetros de profundidad ya sería suficiente la actuación.

 

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